Posted by jose manuel romero lopez on 26 November, 2012
Dolor de cuello, rigidez nucal, espasmos musculares, e imposibilidad de acción son síntomas que nos hablan de que sufrimos una tortícolis. Esta distonía provoca que, mientras que la cabeza apunta hacia un hombro, el mentón quede señalando hacia el hombro opuesto. La tortícolis es la consecuencia de un rechazo, de un desacuerdo, o de la no aceptación de lo que ocurre o de lo que los demás dicen o hacen, pero que no nos atrevemos a expresarlo libremente, bien sea por no tener la capacidad suficiente o porque pensamos que no tenemos derecho a manifestarnos. “Conflicto de contrariedad en la acción. Conflicto motor.” Conflicto de desvalorización en una situación en la que se desea efectuar dos movimientos contrarios al mismo tiempo. “Querer girar la cabeza para ver a alguien, pero tenerlo prohibido moralmente.” “Querer mirar y no hacerlo, una parte de mi quiere ir hacia delante y la otra hacia atrás o hacia el lado.” Tortícolis espasmódica: los músculos del cuello que controlan la posición de la cabeza se ven afectados, haciendo que la cabeza se doble hacia un lado. Además, la cabeza se va hacia delante o hacia atrás. “Conflicto por no habernos sentido apoyado en una discusión.” Inflexibilidad. Visión sesgada del mundo. Recomendaciones para recuperar la salud física, emocional y espiritual: Si la rigidez impide que mi cabeza gire de izquierda a derecha, puedo preguntarme si sé a quién o a qué me niego a decir “no”. Si al contrario, tengo dificultad para decir sí con mi cabeza, es quizás porque rechazo de entrada nuevas ideas. Flexibilidad. Aprender a entender los dos lados. Encontrar el centro, el equilibrio, en la manera de ver y moverme naturalmente. Extraído de mi libro CONOCERNOS ¿que nos quiere decir el cuerpo con la enfermedad?
Conforme se acercaba la fecha del 25 de diciembre, observé como las multitudes se lanzaban a la compra desenfrenada de regalos. El caos de las multitudes se volvió más caótico y el tráfico turbulento se hizo aún más turbulento. Yo tenía que hacer algo para protegerme de la alegría de la Navidad.
Como es evidente, la Navidad se ha convertido en un tinglado comercial. Me parece de lo más fortuito que Cristo haya nacido un 25 de diciembre, coincidencia que permite a los grandes almacenes recibir unos beneficios a final de año. Hace mucho tiempo, cuando yo era uno de los guionistas del programa radiofónico de Amos y Andy, un amigo mío que también estaba en la serie escribió:
<<Los Reyes Magos trajeron regalos a montones; pero no tuvieron que comprarlos en los grandes almacenes>>.
Antes de que me catalogueis junto con Scrooge y un embustero, os aseguro que no me falta un espíritu navideño. No obstante, para mí, está reflejado en la letra de los hermosos villancicos: todo está en calma, todo está iluminado, paz sobre la tierra, etc. Y es una alegría para el mundo que haya llegado el Señor, no que haya llegado a Macys (Grandes almacenes en EEUU). Sencillamente, las masas desbandadas han convertido a Kris Kringle en Papá Locura.
Quizás el regalo que podríamos hacernos a nosotros mismos y a los demás sería encontrar algunos momentos de tranquilidad en los cuales pudiéramos respirar y sentir que recuperamos la alegría y el amor. En esto consiste el espíritu navideño. Para hacer esto, uno debe tranquilizar su mente. Esto no es tan fácil como parece.
Recuerdo que, en mis días de juventud, me esforzaba por tranquilizar el incesante parloteo de mi mente. Al principio imaginé que, si conseguía desconectar del ruido exterior, tendría alguna posibilidad de lidiar con el ruido interno. Me encerré en el armario con tapones en los oídos. Cuando fui consciente del absoluto silencio exterior, percibí otra cosa. Mi ruido interior era mayor de lo que yo creía. De hecho, el pánico me hizo salir del armario.
Muchos de mis amigos utilizan mantras, y se me ocurrió probarlo a mi vez. Pronto descubrí que los mantras se convertían en el mismo parloteo interior del que estaba intentando liberarme, sólo que sonaban más sagrados.
Un gurú caucásico que conocía me sugirió que me sentase en silencio y que concentrase mi mente en la nada. Al concentrarme en la nada, estaba pensando en algo, que en este caso era nada.
Entonces tuve un pensamiento muy sencillo. Podía sentarme en silencio y dejar que el parloteo continuara y continuara hasta agotarse. ¡Pero no se agotaba!
En medio de esta locura meditativa, tuve una inspiración repentina. Le dije a mi mente que, mientras ella siguiera parloteando, yo diría algo que afirmara mi valía. Se me ocurrieron las palabras: >tengo un corazón, puedo sentir.... es el comienzo de algo real>>. Repetí esto una y otra vez, y me gustaba, pero ¿cómo podría evitar que esto se transformara en un mantra que acabaría convirtiéndose en un parloteo con vida propia? La respuesta llegó cuando me di cuenta de que tenía las primeras dos líneas de una canción, que se llama "Todo es hermoso". Está grabada, junto con otra música y canciones que compuse para la versión musical y el guión cinematográfico de El Caballero de la Armadura Oxidada. TODO ES HERMOSO era la herramienta más eficaz para aquietar mi mente, especialmente cuando la cantaba. La razón de esto es que las palabras sólo llegan a la mente, pero la música te toca el alma.
Como dije antes, conseguir un silencio que permita que el amor, la dicha y la paz fluyan a través de nosotros es un regalo para nosotros mismos y para los demás. No tenemos pensamientos privados ni sentimientos privados. En cuanto los pensamos o los sentimos, su energía, como la hoja, se aleja flotando y afecta a los demás. Se asemeja al momento en que lanzamos una piedra a un estanque y las ondas empiezan a salir y a salir, hasta que, lentamente, empiezan a desdibujarse.
Desgraciadamente, la mayor parte de nuestro parloteo interior surge del estrés, que suele estar formado de ansiedad, dudas, miedo y dolor. Esta energía es transmitida a otras personas. El caos del mundo es un mero reflejo del caos que sentimos en nuestro interior.
Únicamente cuando sintamos paz, amor y alegría en nuestro interior, tendremos paz, amor y alegría en la tierra.
La relación entre el Yo superior y el inferior esta muchas veces representada como una lucha. Podría ser representada también como una danza, por ejemplo, o como una conversación, o un trabajo conjunto. Mas la lucha, realmente, simboliza ciertos aspectos de la relación entre lo superior y lo inferior dentro de nosotros. Y puede ser de gran valía reflexionar sobre esto.
El yo inferior, también llamado personalidad, acoge al cuerpo físico, las emociones y la mente analítica. El yo superior, también llamado alma, es la mente intuitiva, la sede dentro de nosotros de la sabiduría, el amor, la voluntad espiritual y todas las demás cualidades superiores.
Naturalmente el yo inferior tiene una percepción bastante limitada y ilusoria sobre si mismo, de los otros y del mundo. En su visión, todos los seres están separados y el está independiente y alejado de los demás. En cambio el Yo Superior tiene una percepción mucha mas abarcante y exacta sobre las cosas. El ve la interrelación y la interdependencia en todo y percibe al si mismo como uno con todos.