Posted by YADIRA TORRES NAVARRO on 22 November, 2012
*.:。♥・*LAS PLANTAS SE PARECEN A LAS ALMAS *・♥.。.:*
Autora:Zenaida Bacardí de Algamasilla
Fíjate bien, ¡y verás cómo las plantas se parecen a las almas!
Hay arbustos fuertes, erguidos, desafiantes… pero ante los días de lluvia, de fuertes ciclones, de tormenta, caen despedazados, inertes, incapaces de retoñar jamás.
Los hay menos corpulentos, menos ostentosos, menos llamativos, pero que parecen hechos de una sola pieza… raíz desde lo profundo hasta la copa. Afrontan la tormenta, se tambalean, se desgajan y pierden hojas, pero permanecen en pie, esperando mejor tiempo para reconstruirse. ¡Y SI SE PARTEN, POR ESA MISMA HERIDA EMPIEZAN A FLORECER CUANDO LLEGA LA PRIMAVERA!
Los hay siempre enredados en otros, acaparando, ahogando, absorbiendo la savia que circula y los jugos que los nutren. Y suben, cada vez más alto, pero siempre trepados, enredados.
Y los hay libres, escogidos, que necesitan estar solos con su tierra, su humedad, los rayos dorados del sol. ¡Eso les basta!
Unos que se inclinan al paso de cualquiera, perfuman siempre y tal parece que viven arrullando. Otros, en cambio, son tan ásperos, tan duros, tan punzantes, que acercarse es un peligro… y si lo haces sin pensar, pronto habrá que lanzar un quejido desgarrador.
Los hay con bellos frutos, pero necesitan abono, rayos tibios, su propia tierra, agua refrescante y cristalina. Si los transplanta, mueren… y cando no mueren, languidecen.
Otros casi no necesitan nada para dar muestras de su presencia… y al huequito de sol que les sale al paso dirigen su gajos y se asoman al mundo. Causa admiración que casi sin cuidado, sin esmero de nadie, presenten una fronda tan viva y tan hermosa.
Los he visto que se ocultan, se cierran de noche, se refugian en cualquier cosa que los ampare. Son suaves, aterciopelados… como los sueños. A ellos llegan las abejas, las mariposas, ¡todo el que está ávido de calor, paz y dulzura!
Cuando se cuajan de frutos, algunos los bajan, para que los disfrute todo el mundo; otros los suben, los rodean de tanto follaje que acaban por pudrirse solos… acaso con unos picotazos de pájaros que luego los desprecian.
¡Es la viña del Señor! Son las almas de los hombres. Alcanza para nutrirnos a todos… Y para todos hay en este vasto campo una rosa de felicidad. ¿Por qué no sabemos encontrarla?
Posted by Sidoni Pratt (Aglaya Umi) on 22 November, 2012
Trozo de vida.. Empatia
Trozo de vida.. Empatia
Es la materia que fluye desde tu corazón, la que no tiene límites entre tú y el otro, la que teje sin que lo puedes controlar puentes invisibles cosas impalpables.
Es un poco tener como unas antenas táctiles, un brazo de pulpo que te transmite de inmediato la situación de otra persona a una tal intensidad que no te parece el resentido de esta persona sino tu propio resentido. Tú te ha borrado a tal punto que llegas a no ser, al invisibilidad de tu propia esencia, solo lo que existe en ti es lo que resientes a través de este hilo conductor invisible, pero tan real. Lo que sientes te invade por completo, te quita cualquier distancia color de piel consideración física, nada existe más que la otra persona. Es como abrazarla en el vacío.
Es invasor incontrolable, estabas tú y eres este otro, su resentido su dolor, a veces su felicidad también, lo que nace de unas situación que ni has evaluado por completo. Esto abarca cualquier sentimiento de los que puedes percibir, y creo que te pide lanzarte al vacío sin nada de herramienta en un acto que ni está destinado por ti: a veces estas tocando algo casi inaguantable, todo te llena te invade te borra por lo que sientes.
Es invasion, es un símbolo de la unidad a la que aspiras llegar con el universo, es desequilibro, es amor al estado bruto.
Empatía, de ella llegas como una somnámbula en un sueño real que te tu no existes a la primera persona, existes a través de lo que sientes. Esto te invade y coge el mando. No puedes controlar nada a partir de este instante, te conviertes en un campo de vibración completamente autónomo y que va actuando en favor de otra persona. No hay nada por ganar, nada por perder, no hay medida solo algo surge como una urgencia prima.
Ni te solicitas permiso por actuar todo pasa en segundo plano, tú te transformas en intención pura. Has acabado de existir, solo sientes y actúas por un objetivo a veces tan lejano de ti como extranjero a lo que eres en tu propia fibra. Eres consciente, lucida pero ni te haces preguntas, ni te controlas, ni sabes exactamente lo que estas proporcionando en tu acto, no importa nada, no queda nada de tu perfil personal.
Te transformas en un objetivo, un acto o una seria de actos. Este acto o seria de actos no pueden ni traducir lo que eres, solo contra tu intención de proporcionar ayuda, ni sabes como la persona va a reaccionar ante tu acto, y actúas por ella le das lo que se te viene del más hondo de tu ser.
Todo te puede esperar, todo hasta puede ser que la persona por la cual estas actuando, como ni te pidió nada, puede ser que no apreciara tu actitud, tu implicación. Pero a decir verdad ni te importa, porque ni tienes actitud particular, te transformaste sin más en acción. Ni te importa lo que van a pensar de ti, aun menos si te van a rechazar criticar, da todo igual. Todo.
De esto solo sale que intentaste algo por el puro acto en si por haber recibido algún impacto en tu persona, al acercarte demasiado de una situación a un momento dado. Nunca importa el resultado, no hay nada que conseguir sino prestaste el mejor de ti a contribución.
Sales de estas situaciones como volviendo a tomar consciencia, ni sabes si tienes cansancio, hambre...Todo esto sigue sin importarte. Poco a poco vas a tomar de nuevo tu realidad. Ella se infiltra, vuelves en encontrar tus marcos, es como un despertar.
Seguramente no era del todo bonito, porque tanto te implicaste que despertaste reacciones de las que ni te has dado el tiempo de imaginar, no había tiempo, era y sigue siendo secundario.
Siempre cada uno de estos actos se acaban con esta conclusión; al menos lo intentaste, hiciste del mejor que pudiste, no hay nada que ganar ni perder .Solo te dejaste fluir, invadir seguramente, ante una situación que te despierto algo como una intolerancia al dolor de otra persona.
Esto me llama la atención si relaciono este tipo de vivido a lo que son los niños índigos por ser una de ellos.
Esta intolerancia al dolor ajeno...
El hecho de borrarse completamente, entregarse en una situación por haber recibido un impulso " magnético" incontrolable.
Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos.
Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y que condicionan nuestra vida. Un nombre repetido es como un contrato al que le hacemos una fotocopia, cuando en el árbol genealógico hay muchas fotocopias el nombre pierde fuerza y queda devaluado.
Según Cristóbal Jodorowsky, el nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Puede ser un fuerte identificador simbólico de la personalidad, un talismán o una prisión que nos impide ser y crecer.
Ya hemos comentado en otro artículo que en los árboles narcisistas cada generación repite los mismos nombres de sus ancestros y con ello se repiten los destinos.
¿Atraen ciertos barrios a personas cuyo estado emocional corresponde al significado oculto de esos nombres?
Dice Alejandro Jodorowsky que en Santiago de Chile vivió en La plaza Diego de Almagro, un lugar que él sintió como oscuro y triste. Resulta posible pensar que ese lugar era el reflejo de su interior en aquel momento de su vida.
Diego de Almagro fue un conquistador frustrado. Por engañosos consejos de su cómplice Pizarro, partió de Cuzco hacia las tierras inexploradas del Sur creyendo encontrar templos con tesoros fabulosos. Después de muchas calamidades volvió como alma en pena a Cuzco, donde su traidor socio, no queriendo compartir las riquezas robadas a los incas, lo hizo ejecutar.
Podríamos dedicar unos minutos a observar el lugar donde vivimos: en la calle de un poeta, de una santa benefactora, de un descubridor o tal vez en la de un general asesino.
Nada es casual, el mundo es como un espejo que nos refleja, cada vez que realizamos una mutación interior también cambia nuestro exterior.
¿Podríamos decir que los nombres tienen una especie de frecuencia que sintoniza con ciertos receptores? ¿Qué tipo de receptores?
Inconscientemente nos sentimos atraídos por cientos nombres que reflejen lo que somos (a veces son exactos y otras veces están ocultos detrás de máscaras, sólo hay similitudes léxicas o fonéticas):
Nuestra parte sana y positiva es un receptor que sintoniza con ciertos nombres, porque nos hacen gozar y sentirnos seguros.
Nuestra parte enferma y negativa es otro receptor que sintoniza nombres determinados, porque hay una intención supraconsciente de resolver el conflicto.
Reflexionemos de nuevo en los nombres de lo que hemos atraído a nuestro mundo:
-El nombre de nuestra empresa, centro de trabajo, escuela…
-El nombre de nuestra pareja, amigos, jefes, profesores…
-Personas que se cruzan en nuestro camino por “accidente” y se llaman exactamente igual que nuestro padre (o madre, hermano…)
¿Hay una programación inscrita en nuestro nombre y apellidos?
Según nos cuenta Alejandro Jodorowsky, tanto el nombre como los apellidos encierran programas mentales que son como semillas, de ellos pueden surgir árboles frutales o plantas venenosas. En el árbol genealógico los nombres repetidos son vehículos de dramas. Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el nombre del desaparecido. Eso nos condena a ser el otro, nunca nosotros mismos. Cuando una hija lleva el nombre de una antigua novia de su padre, se ve condenada a ser “la novia de papá” durante toda su vida. Un tío o una tía que se suicidaron convierten su nombre, durante varias generaciones, en vehículo de depresiones. A veces es necesario, para detener esas repeticiones que crean destinos adversos, cambiarse el nombre. El nuevo nombre puede ofrecernos una nueva vida. En forma intuitiva así lo comprendieron la mayoría de los poetas chilenos, todos ellos llegados a la fama con seudónimos.
¿Hay ejemplos que nos permitan comprender la importancia del nombre?
Nuestro nombre nos tiene atrapados, ahí está nuestra “individualidad”
-Barrick Gold (oro en inglés es gold) se convirtió en el mayor productor de oro del mundo. -Brontis “voz de trueno” se dedica al mundo del teatro con una potente voz… -Maria, Inmaculada, Consuelo se asocian a la pureza, la virginidad, nombres que exigen perfección absoluta, que nos limitan
-Miguel Ángel, Rafael, Gabriel, los nombres de ángeles dan problemas con la encarnación
-César, poderoso y asociado a la ambición
¿Cómo sé si el nombre que he recibido me perjudica?
Estudiar los nombres del árbol genealógico es igual que acceder al inconsciente. En los nombres encontramos secretos. Es importante ver cómo funciona el nombre que nos dieron.
Algunas cuestiones:
-Lo primero es saber la persona que nos nombró. ¿Papá?, ¿mamá?, ¿abuelo?, ¿la hermana?, ¿el padrino?… El que nombra, toma poder sobre lo nombrado y no es lo mismo llamarme Micaela por mi abuela paterna, si el nombre se le ocurrió a mi padre para repetir el nudo incestuoso, o por mi madre, para ser aceptada en la familia de mi padre, dándole una hija-clon de su suegra.
-¿De pequeño/a me gustaba mi nombre o me hubiese gustado llamarme de otra manera? Los niños tienen una intuición especial y una fresca desinhibición que les permiten rechazar de pleno lo que les contamina.
-Investigar de donde viene nuestro nombre:
*Si es de algún familiar, es bueno analizar su destino y los caminos que recorrió en su vida, porque probablemente venimos a repetirlos. Llamarse René después de un hermano muerto, es cargar con él toda la vida.
*Si es de alguien significativo para quién nos nombró, nos caerá la carga de darle a éste lo que el otro no le dio.
*Si es de algún personaje histórico, novelesco, as del fútbol o princesa de Mónaco, viviremos frustrados y fracasados si no seguimos el guión.
*Si es por algo material, adquiriremos las propiedades de ese elemento. Por ejemplo, “si me llamo por la muñeca de mi hermana, me convertiré en su muñeca, ella jugará conmigo, me dominará”.
*Si me llamo por algo inmaterial, tenderé a fines abstractos ideados por nuestros padres, desatendiendo lo real e incluso, por oposición a ellos, llegaré a materializar lo contrario a lo que llevo escrito en el nombre. Llamarse Libertad, Paz, Luz, no siempre es sinónimo de ser libre, vivir en paz y tener las cosas claras.
-Los diminutivos: “Me llamo Manuel como mi abuelo, pero me dicen Manolito”, han proyectado en ti la figura de tu abuelo, pero tienes prohibido crecer y superarlo.
-Los nombres compuestos: “Me llamo José Luís, por mi padre y mi abuelo”. Pobre de ti si la relación entre ellos era farragosa. “Me llamo “María José”, como dice Jodorowsky, “¡Catástrofe sexual!”.
-Los nombres feminizados o masculinizados: Mario, Josefa, Carmelo, Paula, corresponden a deseos frustrados de que naciéramos del sexo contrario.
¿Por qué no cambiarnos de nombre cuando este va cargado por un lastre que nos inmoviliza?
Nos aterra cambiarnos de nombre ya que tememos que dejaremos de ser reconocidos por nuestro clan. Tememos no ser reconocidos, ni identificados, no ser amados es el mayor temor que tenemos. Somos seres gregarios y pensamos que podemos morir si nuestro “clan” nos abandona, lo que es una herencia de nuestro cerebro arcaico.
Metafóricamente, el nombre que nos dan los padres es como un archivo del GPS que nos va indicando caminos digitalizados y guardados en la memoria familiar. Al nacer, nos instalan el archivo y vamos deambulando por el mundo por rutas más o menos pedregosas y abruptas, pero nos sentimos como en casa, porque ya fueron trazadas por el sistema operativo del árbol. Cambiarnos de nombre es arrojar el GPS por la ventanilla del coche y empezar a ver y a recorrer nuevos caminos, conquistar territorios que no habían sido archivados por nuestro árbol. Es hacernos cargo de nuestro propio destino.
¿Cómo entonces llamar a nuestros hijos cuando nacen?
Alejandro Jodorowsky afirma que cada uno tenemos un nombre (podemos hacer aparecer a nuestro guía interior y pedirle nuestro nombre en un ejercicio de meditación o de visualización) que viene con nosotros incluso antes de ser concebidos. Es posible que durante la gestación, este nombre les llegue al mismo tiempo a ambos padres de forma telepática, si tienen suficiente capacidad de percepción. Si no es así, es el niño el que debe nombrarse más adelante. En el caso de tener que decidir como llamar al bebé, el nombre no debe haber existido en la historia de su árbol genealógico, ni haber pertenecido a personas o ideales de los que lo nombran.
¿Cómo podemos cambiarnos el nombre?
Cristóbal Jodorowsky dice que: “cambiar nuestro nombre interno nos permite continuar creciendo… Imaginemos que quiero recuperar ese nombre que me dieron, pero que está lastrado por innumerables proyecciones familiares… Supongamos que se trate de mi nombre: CRISTOBAL
-Moldearé con arcilla las letras de mi nombre, una a una…
-Las coceré una vez secadas para convertirlas en algo cerámico…
-Pintaré cada una de esas letras de forma que su mitad izquierda sea plateada y su derecha dorada…
-Con ese nombre que he creado lo introduciré en el interior de una gran bola de arcilla (como una pelota) Sobre esa inmensa pelota de arcilla pegarás las fotografías de todos los ancestros de tu familia: padres, abuelos, bisabuelos…
-Dejaremos que seque lentamente. (Durante nueve meses)
-Transcurrido ese tiempo, con un martillo dorado rompemos el “huevo”(es decir la pelota de arcilla que contiene en su interior las letras de nuestro nombre)
-Lavamos con agua bendita las letras de nuestro nombre. Las perfumaremos bien…
-Enterramos todo el material del huevo que hemos roto a martillazos y plantamos una bella flor.
-Para finalizar ese nombre debemos dejarlo en nuestro altar particular. Ese que ya nos hemos creado en algún lugar de nuestra casa.
(Nos habrá costado, pero de esa forma recuperamos el nombre…)