La raíz de un árbol vive en un mundo frío, oscuro y húmedo. Absorbe nutrientes de la tierra y los envía a un tronco, a unas ramas y a unas hojas que nunca ha visto.
Las hojas ven el cielo azul, sienten el calor del sol, bailan con la brisa y no saben que existe una raíz que las mantiene vivas.
Cuando llega el otoño, después de haber cumplido su misión, caen al suelo, cerca de la raíz. Allí se transforman en tierra y nutrientes para continuar alimentando al árbol.
Las diferentes partes de un árbol realizan su función sin preguntarse nada, sin dudar. Saben que todas las partes son necesarias e igual de importantes.
Además,el árbol nos regala sus frutos sin importarle quién se los coma, y nos da sombra sin conocer a quién se sienta bajo sus ramas.